miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ana Bolena, ascenso y caída de una nueva reina

Ana nace, según se cree últimamente en 1501, hija de sir Thomas Bolena, futuro conde de Ormonde y Wiltshire. De su infancia nos ha llegado una información relativamente escasa (de hecho aún hoy se tienen dudas acerca de su fecha de nacimiento así como la de su hermana María). Su padre era diplomático y fue enviado por Enrique VII de Inglaterra a numerosas embajadas, como a Austria. Ana pues, sería educada en ambientes cortesanos y refinados, en el de Margarita de Austria y en el de Luis XII y Francisco I, llegando a ser dama de honor de Claudia de Francia, hija mayor de Luis XII. En estos ambientes, adquirió una sólida formación cultural, aunque se la conoció más por su vida un tanto licenciosa… .
Cuando ya era una mujer joven, regresaría a Inglaterra, partiendo de Calais en enero de 1525 e instalándose en la corte de Enrique VIII (hay que recordar que su padre llegó a ser favorito del anterior monarca inglés, Enrique VII). Una Vez allí, llamó poderosamente la atención del rey, debido a sus conocimientos y nivel cultural (sabía francés, latín, música, poesía) así como por su belleza. Poco a poco, fue calando en el corazón del rey y este le declararía su amor en 1526… .
Sin embargo, Ana no deseaba ser una concubina más de Enrique (“una de tantas”), sino que en secreto, aspiraba a suplantar a la reina consorte: Catalina de Aragón. El rey la deseaba, pero ella, pese a dejarse que querer, constantemente le negaba debido a los motivos ya citados. Su ambición y sed de poder parecía insaciable. Pese a todo, pronto se convertirán en amantes y hacia 1528, Ana ejercía el papel de reina, relegando a Catalina a un humillante segundo plano, sentándose en los banquetes reales y luciendo espléndidas joyas y vestidos. Ambos tenían intenciones verdaderas de casarse... .
Mas pronto empezarán los primeros problemas legales, ya que el Papa Clemente VII se oponía a firmar la nulidad del matrimonio entre Enrique y Catalina. De este modo, empezaría a surgir una alternativa a este plan: si el Papa no firmaba la nulidad, habría que anular la autoridad del Papa en Inglaterra… . Este hecho se vería refrendado además por las fervientes creencias de Ana Bolena en la fe luterana, siendo una decidida seguidora suya. De este modo, surgirán divisiones en la nobleza inglesa, surgiendo rivalidades entre los partidarios a secas del rey, los de Catalina de Aragón o el incipiente bando de los Bolena, que iniciaban su rápido ascenso al poder. Debido a su rivalidad con Ana, el cardenal Wolsey era destituido en 1529, ya que estaba totalmente en contra de la nulidad del matrimonio entre el rey y Catalina. Su puesto lo ocuparía Thomas Cranmer, principal figura política de Inglaterra del período correspondido hasta la llegada al poder de María Tudor. Se le nombró nuevo arzobispo de Cantérbury (su consagración como tal tendría lugar el 30 de marzo de 1533), pero a cambio, habría de ocuparse del divorcio legal de Enrique y Catalina, así como de poner en marcha un mecanismo judicial que lo hiciera posible.
El 25 de enero de 1533, Enrique y Ana se casan en secreto en Londres. De este modo, de modo oficioso, Ana ya era reina de Inglaterra, pero en abril de ese mismo año, el Parlamento aprobaba el Acta de Restricción de Apelaciones, por lo que el Papa quedaba desautorizado a juzgar en el caso de la pretendida nulidad del matrimonio entre Enrique y Catalina. Toda esta obra jurídica había sido obra del arzobispo Cranmer, que el 23 de mayo de 1533 declara la nulidad del citado matrimonio y el 28 de mayo declara legítimo el contraído en enero de ese mismo año por Enrique VIII y Ana Bolena. Tres días después, Ana sería coronada en Londres como nueva reina consorte de Inglaterra en Londres, en medio de grandes fastos. Sobre ella recaía la esperanza de engendrar un heredero varón… . Pese a ello, Ana ya ejercía como reina, como así lo atestigua el viaje que hizo con Enrique VIII a Francia para visitar al rey Francisco I, luciendo en el las joyas de la reina de Inglaterra, que habían sido previamente arrebatadas por la fuerza a su legítima poseedora, Catalina de Aragón, cuyo ostrascismo alcanzaba ya cotas ciertamente degradantes. Además, gracias a la labor de Ana, la reforma protestante va calando poco a poco en Inglaterra, básicamente en Londres y en el sudeste, ya que en un principio, habrá territorios que seguirán siendo mayoritariamente católicos incluso hasta el reinado de Isabel I, como la norteña región de Northumberland.
Hacia agosto de 1533, Ana se encontraba ya en un período avanzado de su primer embarazo, y he aquí las primeras rencillas entre los esposos, ya que como era costumbre cuando la reina estaba embarazada, el rey se entretenía con otras mujeres. Ana le reprenderá gravemente, a lo que Enrique contestará que si él ha sido capaz de hacerla reina, en pocos días puede despojarla de tal condición. El 7 de septiembre de 1533 nace la futura Isabel I, pero al no haber concebido varón, la relación no mejora. Según un embajador veneciano de la época en Londres, el rey estaba hastiado de su esposa… .
Al mismo tiempo, el proceso de desligamiento de la Iglesia de Inglaterra con respecto al Papa de Roma prosigue su camino, aprobándose en noviembre de 1534 el Acta de Supremacía, por el cual el rey sería la cabeza de la Iglesia de Inglaterra: la Iglesia Anglicana. Los vínculos con Roma se cortaban definitivamente y la hija de Enrique y Ana, Isabel, era nombrada heredera al trono de Inglaterra, apartando de la sucesión a María (hija de Catalina), que fue forzada por Enrique a admitir su ilegitimidad. Todo aquel que no aceptase, firmase o jurase estas nuevas disposiciones corría el severo riesgo de perder su vida… como demostró Tomás Moro.
Así pues, se podría decir que el trabajo más difícil estaba completado… pero el matrimonio no funcionaba. Ana no concebía hijos varones, y por si fuera poco, sufría un aborto en 1535. Por aquel entonces, Enrique VIII, cansado de Ana, iniciaba un nuevo romance, esta vez con Jane Seymour. Pero Ana Bolena no solo le llegó a resultar molesta a causa de motivos personales (el heredero varón, sus discusiones etc.), sino también por causas políticas. El primer ministro, Thomas Cromwell, persuadió a Enrique VIII de que iniciara un acercamiento diplomático al emperador Carlos V, cuya hegemonía en Europa era incontestable, y sus dominios flamencos y borgoñones podrían resultar una amenaza para Inglaterra. Pero Ana, su pasado y sus fuertes creencias protestantes eran un obstáculo en este nuevo juego de alianzas, así como el hecho de que la marginada y humillada Catalina de Aragón fuese nada menos que tía de Carlos. De este modo, Cromwell, acérrimo enemigo de Ana Bolena, comenzó a preparar el terreno… .
Hacia 1536, Ana estaba de nuevo embarazada, y el 30 de abril de ese mismo año Thomas Cromwell le presentó al rey supuestas pruebas irrefutables de que su esposa había seducido a varios miembros del Consejo Privado de Enrique. Es más, mediante 22 acusaciones (las cuales hoy están consideradas como infundadas) convenció al rey de que Ana incluso planeaba asesinarle para instalarse como regente en el trono de Inglaterra, que posteriormente sería teóricamente ocupado por el ser que guardaba en su vientre.
Si bien es cierto que las 22 acusaciones muy probablemente sean falsas en su mayoría, así como su teórico objetivo (regicidio), también se difundió la imagen de Ana como la de una mujer frívola, amante de galanteos y de compañías masculinas, que tuvo como consecuencia que muchos en la corte y en el Parlamento la encontraran culpable de las acusaciones vertidas contra ella. El rey, de una forma o de otra también lo creyó así.
De este modo, un tribunal presidido por su tío el duque de Norfolk, y donde también participaba su padre o John Parnell la condenó a muerte. Ana será decapitada en Londres el 19 de mayo de 1536. Apenas diez días después, Enrique VIII se casaba con su tercera esposa, Jane Seymour, que le daría su único y ansiado aunque malogrado hijo varón: el futuro Eduardo VI. Todavía le quedaría tiempo a Enrique de volver a casarse otras tres veces, pero sin mayor éxito. A Eduardo VI le sucedería durante 9 días Jane Grey (sobrina protestante de Enrique VIII), la cual sería expulsada del trono por la católica hija de Enrique y Catalina, María Tudor, anteriormente declarada ilegítima. Y cuando muera en 1558, el fruto de la unión entre Enrique VIII y Ana Bolena reinará durante nada menos que 45 años: Isabel I.


-Revista "National Geographic Historia", nº73, Antonio Fernández Luzón
-www.wikipedia.org (versión inglesa)
-"Tudor England", John Guy, Oxford University Press, Oxford 1988


-Juan Antonio Parejo Delgado

No hay comentarios:

Publicar un comentario