Los ingresos reales: impuestos y préstamos:
Enrique VII realizó dos experimentos para aumentar la renta por impuestos directos: en 1489 siguió el patrón de Eduardo IV en 1472 (quien aseguró una subvención desde los Comunes de un tributo de 2s. en libras para ventas y ganancias de tierras, rentas, cuotas… para financiar el ejército), pero tal impuesto no fue suficiente, y en 1497 fue revisado.
Bajo Enrique VIII también, las necesidades incitaron los cambios propuestos fiscales de finanzas de guerra. En 1513 requirió 160000 para pagar sus aventuras continentales. Para ello aumentaron alquileres y se redujeron (o no recibieron) salarios. También debían pagar doble tarifa los extranjeros. Así pues, Enrique VIII protagonizó la primera evaluación de riqueza de todo el país desde 1334, tras mucho esfuerzo. Ello no pudo ser completamente acertado: en 1522 había remotas investigaciones para la imposición de un préstamo, que dio al gobierno una idea aún más clara de la verdadera distribución de riqueza nacional. Un nuevo impuesto en 1523 sobre tierras y bienes ayudó a esto (volviendo a pagar el doble los extranjeros).
Las nuevas formas de impuestos directos eran más fructuosas que las tradicionales, al ser más flexible, pero con el tiempo se fosilizaron, dividiendo más tarde los Tudor y Estuardo en múltiplos.
El préstamo de 1522 además recordaba que había también una tradición de que la Corona podría encontrar sus necesidades a corto plazo tomando prestado. Los préstamos al Rey tenían dos categorías distintas: los que eran más o menos obligatorios y los que fueron hechos sin el interés, cuando el Rey había argumentado una necesidad de ellos ante la insuficiencia de sus recursos para cumplir sus exigencias. Había formas de hacer presión para sus pagos, pero pocos prestamistas para hacerla, pues podrían ser convocados para aparecer ante el Consejo del Rey. Sanciones similares podrían ser aplicadas a una persona que estuvo de acuerdo al dar a un préstamo, pero no lo hizo efectivo.
De vez en cuando los préstamos se convertían en impuestos, al fallar la Corona en reembolsar el dinero que solicitaron. Esto ocurrió con Ricardo II, y se repitió con Enrique VII y Enrique VIII. El Rey podría evadir el reembolso de un préstamo haciendo el reembolso no con el dinero efectivo, sino con cuentas de particulares, hecho que no repitió Enrique VII, que reembolsó más de 10000 libras de préstamos incurridos en su primer año.
Los ingresos reales: Tierras de la corona y administración financiera:
El advenimiento de los Tudor creó alguna confusión temporal administrativa y el Tesoro público parece haber tratado de recuperar su viejo papel central en el control de los fondos de la cámara. Sin embargo, poco después Enrique VII volvió a la práctica de la casa York (Enrique IV, Enrique V y Ricardo III) en confiar en la cámara. En la década de 1490 una proporción sustancial de los ingresos de tierra de la Corona volvió a ingresarse allí, y en 1493 obtenía los poderes independientes de revisión de cuentas. Según los libros de cuentas, en 1487.89 poseía el 17.6 % de los bienes, y en el 40.7 %. El Rey se implicó personalmente en la contabilidad de asuntos, visible en su participación revisando los procedimientos (firmaba con las iniciales las cuentas de su Tesorero real) y en su elección de los hombres responsables de sus ingresos. En el principio del reinado destacaban figuras clave como Thomas Lovell, (Tesorero de la Casa Real y Ministro de Hacienda), y Reginald Bray (Canciller del Ducado de Lancaster, en sus cargos hasta fallecer, Bray en 1503 y Lovell a finales del reinado. En 1492 Lovell había entregado algunas de sus responsabilidades a su ayudante John Heron, que debía permanecer en el centro de cámara la administración financiera hasta 1512, adquiriendo más importancia tras la muerte de Bray.
De los súbditos del Rey, Bray era quizás el más cercano a él, y él con eficacia supervisó todos los asuntos respectivos a tierras e ingresos de la corona, a pesar de no ser nombrado para ello, ni tener autoridad oficial para hacerlo. Dentro de su ducado, hay pruebas de esfuerzos persistentes y convenientes para recuperar deudas atrasadas y mejorar la administración de los señoríos, siendo su mayor logro el aumento del nivel de arriendos.
Enrique VIII no dotó de tanto poder a sus funcionarios, ocupándose él mismo de la mayoría de los asuntos. El sistema no se hizo más burocrático, porque esto implicaría que las oficinas de Estado fueron capaces de funcionar con cierta eficacia independientemente de las luchas de poder. Enrique VIII estableció más tesoro personal privado para su propio empleo. Aunque las instituciones mostraron la flexibilidad considerable, el control era llevado a cabo por administradores profesionales; como Eduardo Belknap, el "topógrafo de la prerrogativa del Rey", cobrando penas económicas por la violación de los derechos de prerrogativa del Rey, y más tarde tomó el mando de los topógrafos generales para medir los ingresos de tierra, y Brian Tuke, de secretario de Enrique VIII a tesorero de la cámara.
El desarrollo institucional más importante era él de los topógrafos generales, que controlaron y revisaron los ingresos de las tierras reales. Hasta 1503, Bray era el interventor principal; después de su muerte le continuó Robert Southwell, asumiendo prácticamente todas sus jurisdicciones, sin tener tampoco cargo respectivo. Los interventores eran un grupo de miembros del Consejo con una tarea particular de realizar, y por esta razón ellos, como otros concejales, dependen del Rey. En los albores de la muerte de Enrique VII había cierta aversión hacia ellos, siendo ensalzados con el tiempo. Una serie de Acts reguló su trabajo y amplió su jurisdicción administrativa. Los topógrafos nunca obtuvieron poderes formales, ejerciendo su poder de manera informal bajo Enrique VII, aunque en 1515 ellos recuperaran el poder de imponer penas financieras a morosos. Ni entonces tuvieron el control de grandes sumas como bajo Enrique VII: los regalos de tierras hechos por Enrique VIII condujeron a una disminución de los ingresos reales. Aunque el rey mantuvo en sus cargos a los inspectores, Wolsey estaba dispuesto a reforzar sus competencias legales y administrativas, con la esperanza de fortalecer las finanzas reales. En la década de 1520, la oficina de los peritos se había convertido en el más importante de los tres departamentos de finanzas del gobierno, con un ingreso neto anual superior a 40000 libras, ligeramente mayor que el de la Hacienda y más de tres veces la del ducado de Lancaster. La división de los ingresos entre los dos departamentos principales parece haber sido algo irregular, aunque en general la Hacienda señaló a los fondos de la aduana, las granjas de los condados y municipios y los beneficios legales, mientras que los peritos atendían a las tierras de la Corona, bosques y minas y propiedades de los obispados y abadías vacantes. La situación estaba mal organizada, por lo que en la década de 1530 se produjeron más cambios en la pauta de administración, capaces de desarrollar aún más el tipo de estructuras administrativas relacionadas con determinadas áreas de ingresos, que habían surgido en los treinta años anteriores.
Los reinados de Enrique VII y Enrique VIII fueron un éxito financiero (junto con el de su antecesor Enrique VI). Con Enrique VIII se inició una política exterior más activa que la de su padre para la reutilización real Hacienda. Para ello la administración de los ingresos ordinarios reales de las aduanas y las tierras fue mejorada, prueba de la gran demanda de la actividad militar que se puso sobre los recursos nacionales, y hasta qué punto la historia fiscal debe a las relaciones externas de la nación.
Justicia:
La sentencia podía referirse cuestiones de titularidad o de desorden o prácticas corruptas. No más del 10 % de los litigios ante el Consejo durante Enrique VII se ocupaban fundamentalmente de la materia penal, y las actuaciones judiciales oficiales fueron excepcionales. Puede haber un cierto descenso en la actividad judicial conciliar después de la muerte de Enrique VII, pero revivió en Wolsey. Una vez más, la ponderación de los casos es abrumadoramente hacia el lado civil, y sólo nueve casos de oficiales de los procesos penales pueden ser identificados a partir de su cancillería, en comparación con más de 800 pleitos entre las partes contendientes. No es de extrañar que el Consejo trató de llevar el proceso penal ante los tribunales de derecho común, que poseían el derecho para imponer penas más severas, cuando el Consejo de delitos investigados y juzgado, no tienen el poder de imponer penas de muerte y tuvo que castigarlos como con multas o prisión.
Esto no significa que el gobierno no prestara atención al desorden. La Ley de 1487, que durante mucho tiempo, no creó el Tribunal de la Sala de Star, como se pensó tradicionalmente, sino un tribunal diferente del Consejo (aunque sus miembros eran también consejeros), con responsabilidad especial para hacer frente a diversos delitos relativos a infracciones de orden público y la mala administración de la ley común. Se dio poderes a los principales funcionarios de Estado y a algunos concejales para recurrir en estos casos y castigar a los infractores. Este tribunal puede ser considerado como una rama del Consejo, pero que todavía era completamente distinta.
El propio Consejo sigue siendo un cuerpo unitario, hasta las reformas de la década de 1530, sin diferenciación formal de sus diversas funciones. Ya en 1494 una referencia en una carta declaró que el Consejo estaba tan ocupado en los asuntos del rey que el Canciller no se había mantenido en su puesto durante más de una semana. En esta etapa era la "Cámara de estrellas" más un lugar de reunión, no el órgano jurisdiccional en que más tarde se convirtió. En 1517 Wolsey intentaba reservar dos días a la semana para que el Consejo conociera los casos, y en las ordenanzas de Eltham de 1526, hubo una sugerencia de que un grupo reducido en el Consejo debía conocer de asuntos judiciales, aunque no es seguro si esto debía ser su tarea exclusiva. Aclarar el alcance de la jurisdicción aún no estaba clarificado. Esto se logró en los años centrales del siglo XVI, el "tribunal de la Sala Star ' fue formalmente separada de la del Consejo en 1536 y con ello adquirió una nueva posición, y en los años que siguieron, en un órgano más formalización también atención a la “Corte de la solicitud”, que escuchó las súplicas de los pobres, una tarea que también había sido realizada por los miembros del Consejo en tiempos de Enrique VII. No está claro qué diferencias existían en la función jurisdiccional entre estas diversas ramificaciones del Consejo en el período inicial de los Tudor.
Es difícil juzgar en qué medida la cancillería y el Consejo estaban amenazando a reemplazar los actuales juzgados de derecho común. El número de asuntos tramitados por este último parece haber disminuido desde 1430 hasta mediados del siglo XVI, precisamente el mismo período de crecimiento espectacular de los procedimientos. Los abogados se quejaron de la seguridad común de las actividades de la cancillería y los tribunales de conciliar. Al mismo tiempo, sin embargo, los tribunales centrales de derecho común estaban ganando terreno a expensas de los locales y, aún antes de la Reforma, de los tribunales eclesiásticos. En retrospectiva, puede parecer que 1529 fue el año en que se produjo un acontecimiento crucial en la recuperación de los tribunales de derecho común, cuando Sir Thomas More, él mismo un abogado brillante éxito de Lincoln's Inn y el hijo de un juez de del Rey, se convirtió en Canciller. La cancillería, al igual que otras ramas del gobierno, se hizo más secular. El derecho común estaba en mejores condiciones no sólo para recuperar su influencia, sino para ganar fuerza.
Bibliografía:
Thomson, John A. F. The transformation of Medieval England 1370-1529. London: Longman, 1983
Imagen: Retrato de Tomás Moro, destacado político y abogado contemporáneo de Enrique VIII. Fuente: es.wikipedia.org
lunes, 4 de enero de 2010
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